sábado, 18 de abril de 2009

Los condenados. Canto III


El purgatorio que imagina Dante Alighieri en su Comedia es una montaña de cúspide plana con diferentes círculos donde se exculpan los pecados. En el primero de esos círculos deambulan sin tiempo los que en vida cometieron el pecado capital de la soberbia, cuyo sustrato teológico es la absoluta sobrevaloración del yo.
¿Qué jugador de Independiente merece allí residir? Sin dudas el condenado es Fram Pacheco, inhábil volante central colombiano que llegó al club allá por el invierno de 2000, durante el ciclo de Osvaldo Piazza.

Ni bien aterrizó en Avellaneda -vale recordar que estuvo a prueba- exigió la número 5, y como si semejante caradurez fuera poco, se autodescribió muy suelto de cuerpo: "tengo buena visión de juego, tiro de media distancia y buen manejo de pelota". Por supuesto que en poco tiempo el hincha se dio cuenta de que su "buena visión de juego" se reducía a que no usaba anteojos cuando miraba al Manchester por TV, su "tiro de media distancia" llegaba a que embocaba una servilleta arrugada al tacho de basura y su "buen manejo de pelota"... bueh. Al que no lo vio jugar, contarle que el balón le rebotaba es avaricia.

Fram -no "Frank", como algunos diarios escribían incorrectamente- estuvo poco en el Rojo: debutó en una Copa de invierno en Neuquén que el CAI ganó, y luego jugó algunos partidos en aquel olvidable año. Después se fue a Olimpo, lo echaron de allí y ya no nos importa más su vida.

Lo evidente es que Dante se equivocó: la soberbia de este morocho impresentable merece condena en el último de los círculos del Infierno, por insultar así la casaca que alguna vez usó el Pato Pastoriza.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio