viernes, 10 de abril de 2009

Un día imperfecto

¿Cuál es el mono?

La tan poco deseada como habitual vorágine cotidiana que por unos días nos impidió aquí escribir ha servido empero para recordar la propia historia del Tolo en el Rojo. El 1-5 con Lanús dolió -y mucho-, pero tiene un infame antecedente: un 0-4 con Huracán en la Doble Visera.


El lluvioso martes 16 de abril de 2002 jugaban Independiente y Huracán en Avellaneda por el Clausura 02. Mal venía el Rojo: Gallego recién asumía y poco podía hacer con calambres de la talla de Pablo Cuba, León Bustos o un arquero como Darío Sala, tan impresentable como olvidado.
La cuestión es que a los tres minutos un intratable Rolfi Montenegro puso el 0-1, Lucho González un rato más tarde el 0-2 y veinte minutos después Moner de taco (sí, así) el 0-3. En el epílogo de la primera etapa, nuevamente nuestro actual capitán y emblema marcó el 0-4.

Imaginaros la indignación que tenía el hincha que un día de semana a la noche se acercó hasta Alsina y Cordero para ver las subidas del Avión Ramírez y se encontró con cuatro goles abajo en el primer tiempo. Resultado: puteadas a granel, disturbios apenas empezado el segundo tiempo, la policía que reprime, se encrespan los ánimos y Pezzotta suspende el partido; algunos heridos en el Fiorito y varios detenidos en la 1a de Avellaneda fue el saldo final de la noche.
¿Los jugadores? Se tuvieron que ir en remís antes que con ellos se consumara la Ley de Lynch.
Los jugadores huyen como ratas

El punto que interesa aquí es qué pasó con el Tolo. Nadie insultó a Gallego ese día, quizás uno de los más caldeados en la historia reciente del Rojo. Nadie. Es más: Independiente salió último ese torneo pero ningún hincha se la agarró con el DT.



¿La moraleja? El Tolo sabía que con esos muertos a poco iba a llegar. Por eso armó el gran equipo para el segundo semestre de 2002, cuyo decurso es conocido. Algo similar ocurre en estos días: Américo Rubén entiende muy bien que tiene que quitarse de encima a los esperpentos y camarilleros que nutren el plantel.
Y en su conciencia histórica el hincha sabe que no tiene que echar culpas al Tolo, como nunca jamás lo hizo, ni siquiera en esa inclemente noche de 2002 cuando ocurrió una de las máximas humillaciones de nuestra por suerte feliz historia.

2 comentarios:

A las 16 de abril de 2009, 19:49 , Anonymous kike ha dicho...

Como olvidarla, diria rodrigo.
Esa noche la vivi por tele y me queda el recuerdo imborrable de no comernos 10 solo porque el partido se suspendio y de unas botas de lluvia volando hacia el area buscando al arquero o quizas a todos. Me hubiera ido hasta la cancha solo para abrazar al pobre desgraciado que ese dia se volvio a la casa en patas.
La historia se repite. Tolo, agarra la escoba sin miedo, te bancamos todos.

 
A las 16 de abril de 2009, 23:35 , Blogger Balder ha dicho...

Me mató la de la bota.

El arquero era Darío Sala! ¿Quién fue el hijo de puta que contrató semejante muerto?

 

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