domingo, 26 de abril de 2009

Del interior profundo: el Yerbatero González


La historia de Claudio Daniel González, más conocido como el "Yerbatero" por su origen misionero, es la de miles de provincianos que vinieron a probar suerte en la gran ciudad. Vale la pena conocerla.

Un día de 2001, este promisorio futbolista, que había jugado en Patronato de Paraná y Huracán de Tres Arroyos, bajó del tren en Constitución. Estaba agotado por las incómodas horas de viaje, extrañaba a su mamá y hermanos y las tardes pescando en el Paraná con sus amigos. Recordaba, también, a su difunto abuelo, que un día le dijo: "sos un desastre jugando al fulbo". Pero nada le impediría cumplir su sueño.

Preguntando, se enteró que cruzando el Riachuelo había trabajo. Se tomó el 100, se bajó en Belgrano y en el 470 de Mitre encontró una Sociedad de Beneficencia. Había empezado a llover, era ya de noche, y una corazonada lo hizo entrar. Allí se deslumbró por la cantidad de trofeos, y miró un televisor prendido que mostraba gente protestando en los bancos por el corralito. Se quedó en silencio.

Una mujer joven, que era voluntaria en el lugar, se acercó a Claudio. Al verlo tan desvalido, le ofreció una taza de chocolate caliente, un sandwich de salame y queso y una Pepsi. Nuestro personaje se sintió mejor y preguntó dónde estaba. "En el Club Atlético Independiente", le respondió la mujer y luego amplió: "En una época ganábamos siempre, todos nos respetaban. No cualquiera podía jugar acá. Pero ahora son otros tiempos: nos dedicamos a los humildes, tratamos de mejorar la vida de aquellos que menos tienen".



Claudio pensó entonces que era su oportunidad, y le contó a la mujer que era futbolista y que había venido a triunfar. Ésta le contestó que el encargado de fútbol ya no estaba, pero que al otro día podía verlo. El Yerbatero no lo dudó: durmió esa noche a la intemperie, en la plaza, y a la mañana siguiente volvió al CAI y ahí lo atendió el cura párrroco, que le dijo:"M´hijo, acá los chicos como vos siempre tienen las puertas abiertas. Bienvenido".

Con toda la ilusión, nuestro personaje entonces comenzó a entrenar, jugó en Reserva, hubo técnicos que lo borraron y se ponía trotar solo para no perder estado, otros que le prometían "alguna chance"... Hasta que llegó el día soñado, el que esperaba desde su infancia en la lejana Apóstoles, cuando de pequeño le decía a su tata mientras recolectaban la yerba: "Papá, no me pegues".


Cabe recordar que ese año el Rojo no venía bien. Un diario de ese entonces escribía: "es un equipo en formación. No hay manteca para tirar al techo. Pero es verdad que este Independiente desconcierta. Por momentos, asusta; por momentos, ilusiona...".

Pero volvamos a nuestra historia. El domingo 24 de febrero de 2002 jugarían Independiente-Belgrano en la Doble Visera. Como se había lesionado Silvera, el DT Clausen decidió que la delantera titular fuera Cuba-Vuoso, y el Yerbatero al banco.

Empezó el partido, pero era muy triste el equipo, más aún la actuación de Pablo Cuba. El 0-0 no se movía. Al iniciarse el segundo tiempo el preparador físico pidió a los suplentes que calentaran. El Yerbatero comenzó a hacerlo junto a Gastón Galván y Livio Prieto, quienes entraron poco después. Por un momento sintió frustrada su ilusión de jugar, hasta que a los 25 minutos del segundo tiempo, el Negro Clausen lo miró y le dijo "¿Querés que te la chupe?". No, mentira, en realidad le dijo "Vení, que entrás". Sale Cuba, entra González.

El partido seguía y Belgrano se aferraba al punto y el CAI no podía marcar. Pero llegó el minuto 38: centro de Insúa, cabezazo de Zelaye, rebote; la pelota queda boyando en el aire cerca del Yerbatero González, quien arquea el cuerpo y con una increíble tijera pone el 1-0. ¡Golazo!

Pero había más. Contraataque del Rojo, corre el Yerbatero para el gol; pero como es un tipo campechano, de campo, se la da Insúa para que lo meta él. El Pocho le agradece y el público se pregunta "¿Quién es este muchacho? ¿El nuevo Bertoni?". El Rojo ganó 2-0 y, por supuesto, todos los grabadores se acercaron a conocer al héroe.

Allí recordó sus orígenes humildes, su sacrificio, a su familia. Parecía que ahora iba a tener más oportunidades. Pero las luces de las cámaras lo marearon y entonces la mufó y dijo: "Ojalá que el técnico me pueda tener más en cuenta. Todavía me falta mucho. Pensar que muchos se preguntaban: ¿cómo pueden traer a este pibe...?".

¿Saben qué? Pasaron los años y casualmente nos seguimos preguntando: ¡¿Cómo pudieron traer a este pibe?!


3 comentarios:

A las 26 de abril de 2009, 17:06 , Blogger Power Trio ha dicho...

¿Querés que te la chupe? jajaja
..

Podrías adelantar trabajo e ir posteando cosas sobre:
- Higuaín (sabiamos que habia que traer al hermano)
- Centurión
- Sosa
- Gandín
- Nuñez
- Ríos (puto hijo de puto)
- Moreira

 
A las 26 de abril de 2009, 21:25 , Blogger Gato ha dicho...

La sola frase "¿Querés que te la chupe?" se llevó el Oscar al relato....

Hoy Moreira no fue ni al banco.... ¿que nos pasa?

 
A las 26 de abril de 2009, 21:37 , Blogger Balder ha dicho...

No, pero el par-ti-da-zo que jugó el Toti Ríos no tiene nombre. Yo entiendo que en su momento estaba Zidane, pero lo que se perdió el Real Madrid...

(como dice Homer: por si no lo notaron estoy siendo sarcástico).

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio