domingo, 8 de febrero de 2009

Picadito



Los que aquí escribimos nos acercamos peligrosamente a una edad en la cual reunir diez monos para jugar un fulbo se asemeja a una gesta. Pero cada tanto el milagro ocurre y una vez agrupado el variopinto rejunte de hermanos, cuñados y compañeros de oficina en idéntico tiempo y lugar, hay que armar los equipos: como a esta altura la veteranía no permite hacer pan y queso, el asunto queda librado al buen criterio de los concurrentes. En general siempre hay un par de cosos que la mueven, que van uno para cada lado, más la repartija de alguno que defienda y así la nave va.

Sin embargo, cuando sucede que a los pocos minutos el tema va 9-0 -seguramente uno de los equipos quedó sin nada parecido a un delantero- alguna
preclara mente, y siempre con el ánimo de salvar la tarde, grita lo que todos quisimos gritar hoy...





¡Cambio de equipo!


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