sábado, 1 de diciembre de 2007

El recuerdo no empaña la traición












Digamos: en la memoria roja está más presente el cabezazo de Pusineri del 24 de noviembre de 2002 que los consagratorios goles de Insúa, Silvera y Pusineri de una semana más tarde.

¿Por qué? El maldito tiempo, que todo lo destruye. Insúa, ya sabemos como nos traicionó (aunque a mí personalmente me molesta menos que haya pasado a Boca que haya emitido humo cual Botnia de La Paternal); Silvera, creo que ya nos metió goles con otras camisetas y Pusineri es un pálido reflejo de lo que fue.

Igual, ¡qué joder!, da para ver los goles otra vez.




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