sábado, 27 de octubre de 2007

"Andá con el patrullero y levantame a todos los que veas con la camiseta de Huracán".



Así ordenó el Jefe Gorgory de Parque Patricios a sus subordinados cómo pasar la tarde del último domingo.

Va la aneda completa:

Domingo, 17.00: Me tomo el 134. Gente del rojo en su mayoría.

Domingo, 17.15: En Boedo se suben hinchas de San Lorenzo. Se notaba que algunos de ellos tenían un Ph.D., mientras que otros eran becarios del CONICET. De todos modos, empiezan los cantitos entre la gente de uno y otro club.

Domingo, 17.20: El colectivero se calienta. Frena, abre la puerta trasera, se baja e increpa a ambas parcialidades, "El primero que rompe algo, vamos todos a la comisería (sic)". Ante la contraincrepación de los hinchas, el colectivero (con unos huevos así de grandes), dice "Yo soy de Boca, pero soy amigo del Peruano*; vivo enfrente de la casa, lo conozco de toda la vida". Todos se tranquilizan.

*Uno de los capos de la barra del Rojo.

Domingo, 17.53: Pasa el colectivo por Parque Patricios. Los cráneos de San Descenso no tienen mejor idea que putear a cuanto habitante del barrio pasa por ahí. El colectivo está por pasar por la sede de Huracán. Hay hinchas del GloBo en la puerta.

Domingo, 17.55: Uno de ellos, que se ve que estaba estudiando física para rendirla previa de 4º año, se le ocurre practicar el Movimiento Rectílineo Uniforme (M.R.U.) con el 134 con una botella de Quilmes. A ver qué onda.

Domingo, 17.56: La botella impacta en el colectivo, rompe la cristalería y los vidrios van todos juntitos a mi brazo izquierdo y a la cara de una chica que estaba al lado mío. Una vieja se para "¡Me quiero bajar, ya!". Histérica.

Domingo, 17,58: El colectivo frena en la Comisaría (a una cuadra de la sede de Buracán). Un servidor, con el brazo totalmente ensangrentado, y la chica lesionada, bajan a limpiarse.

Domingo, 18:00: Al tiempo que me limpio la sangre, un policía me dice "Disculpame, ¿me pasás tus datos". Le doy el teléfono de mi casa. Se lo tuve que repetir entre setenta y tres y setenta y siete veces, porque no entendía que puede haber dos "4" seguidos en un teléfono. Mientras tanto, el principal suelta la frase que titula el posteo.

Domingo, 18.30: Guardia del hospital Pena. El borracho del barrio al lado mío. El Dr. Nick Riviera que me cose cinco o seis puntos de sutura en el brazo.

Domingo, 19.30: "La cola". Eso me pide el farmacéutico, cuando erróneamente le doy el brazo para que me inyecte la antitetánica.

Conclusión: Me perdí el partido, tengo todavía los puntos en el brazo y encima el rojo perdió.

Aunque si hubiéramos ganado, hasta adoptaba una nueva cábala y para el próximo partido me tomaba el Buquebús a Isla Maciel, me ponía la casaca de Dock Sud, y gritaba "Los de Telmo son, todos putos". A ver qué onda.


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